Tom Watson, el conquistador de cinco jarras de clarete, y uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, señaló, poco después de su triunfo en 1982 en Royal Troon, que “nadie puede llamarse a sí mismo golfista hasta que no haya jugado en Ballybunion; uno diría que el juego se originó allí”.
Poco más cabe añadir a dicha presentación, en especial cuando proviene de uno de los mayores conocedores y amantes del golf de links; sólo, en todo caso, cabría añadir que Ballybunion viene siendo considerado de modo ya reiterado como uno de los tres mejores campos de golf de toda Irlanda, cuando no el mejor, y a la altura de los mejores escenarios que acogen la rotación del Open.

Este legendario campo se encuentra en un apartado rincón del condado de Kerry, junto al estuario del río Shannon y pocos kilómetros al Norte de la pintoresca península de Dingle, en un paraje de singular belleza. No obstante, a pesar de esa remota ubicación, Ballybunion se ha convertido en una referencia inexcusable para los entendidos de golf, no sólo en las islas, sino también en América y Europa continental, como lo ponen de relieve sus innumerables visitantes, circunstancia a la que han contribuido testimonios como el que abre esta página.
El club fue inaugurado en 1893, y el Old Course vio la luz algunos años más tarde, siendo ampliado a 18 hoyos en los años 20, si bien la obra final que hoy se nos ofrece fue culminada por Tom Simpson hacia el año 1937, quien también dejó su huella en otros recorridos irlandeses como Baltray.
En cualquier caso, como sucede en algunos otros links, se diría que el campo ya estaba allí cuando se diseñó, entre las enormes dunas que caracterizan los escenarios de la costa Oeste de Irlanda, de modo que sólo era preciso trazar un routing que llevara a los golfistas de tee a green y viceversa; hasta tal punto se nos presenta como un terreno idóneo para el juego del golf.
En cuanto al recorrido en sí, comienza con un tee a cuya derecha se encuentra nada menos que un cementerio –lo que no debería ser ninguna premonición- y sigue con una serie de grandes hoyos, si bien por un terreno algo más plano que los segundos nueve, dentro de los cuales realmente no hay un solo hoyo que pueda ser tildado de anodino, y que se adentra por un terreno atormentado y rugoso al borde del mar.
Destaca el hoyo 11, “Watsons”, un par 4 paralelo a la playa que culmina en un green casi oculto entre dunas, o el fotogénico 16, otro espectacular par 4 con un dogleg hacia la izquierda que nos aleja momentáneamente de la costa, que se retoma en el 17.
Si bien el recorrido emblemático, y el que ha adquirido una bien ganada fama mundial, es el Old Course, en 1984 se le añadió un segundo campo, llamado Cashen, diseño de Robert Trent Jones, objeto de gran controversia desde su apertura, pero que se trata, sin duda, de un gran complemento para el links más anciano del complejo.
Ballybunion es, por tanto, uno de los campos insignia del golf en Irlanda, además de uno de los mejores links del mundo, si bien esa fama ha traído consigo el único pero que se le puede poner, cual es una cierta masificación durante la temporada alta. Aun así, jugar el Old Course de Ballybunion sigue siendo un imprescindible de la costa Oeste de la isla.
Página web: www.ballybuniongolfclub.ie
Tarifas:
Old Course: 180 € en temporada alta y 95 € en temporada media.
Cashen Course: 65 €/50 €.