Vaya por delante que Enniscrone no es, ni de lejos, uno de los links más famosos de Irlanda, pero sí que puede considerarse como la primera de las joyas que, más o menos ocultas, aguardan para sorprender al viajero que se aventure en el lejano y recóndito Noroeste de la isla.

En cualquier caso, es incluso una suerte que ello siga siendo así, a fin de que la inevitable afluencia masiva de jugadores no acabe por pervertir lo que, hoy por hoy, es una experiencia de golf tal como siempre debería ser: natural, en el más amplio sentido de la palabra, y sin pretensiones ni artificios.

Campana para permitir el paso en el hoyo 4.

La primera impresión al llegar al campo, tras atravesar la ínfima localidad de igual nombre, no permite adivinar lo que posteriormente nos espera: un aparcamiento junto a lo que resulta ser el primer hoyo, una casa club casi desvencijada y apenas un prado como driving range improvisado.

Esas modestas instalaciones no son sino la lógica herencia de los años de penuria que, en su día, llevaron al club al borde de la desaparición, cuando el mismo no era sino un modesto campo de nueve hoyos que discurrían por un terreno llano y sin demasiado atractivo, al margen de las dunas que lo separaban de la playa de Scurmore.

El renacer del mismo llegó en los años 70, cuando Eddie Hackett fue encargado para ampliar el recorrido, esta vez sí, haciendo uso del terreno escarpado que se extiende junto a la costa. De este modo, los iniciales 9 hoyos dieron lugar a 18, que han pasado a ser 27 tras la última reforma, sobresaliente, acometida por Donald Steel, que ha añadido nuevos hoyos entre las dunas gigantes, quedando confinados la mayoría de los iniciales a un recorrido de 9 hoyos, llamado “Scurmore”, que, siendo una vuelta agradable, no puede competir ni de lejos con el que constituye la bandera del club, el “Dunes course”.

En cuanto al recorrido, consigue absorber al golfista desde el primer tee, con un par cuatro aparentemente anodino pero que culmina en un precioso green colgado entre dunas, siguiendo con tres hoyos (dos pares 5 y un par 3) absolutamente brutales, que se nos sumergen entre altísimas dunas junto a la playa.

Tras unos hoyos más planos, que no por ello monótonos ni despreciables, nos encontramos de nuevo con el terreno  montañoso de la mano de dos pares 4, el 12 y el 13: se trata de dos hoyos absolutamente memorables, no tanto por su dificultad, y mucho menos por su distancia, sino por alejarse radicalmente del diseño habitual de cualquier hoyo que estemos acostumbrados a jugar.

Y, de ahí hasta el final, desde el 14 al 18, no hay un solo hoyo débil o, simplemente, del montón, sino que todos ellos son capaces de perdurar de modo indeleble en la memoria.

El hoyo 16 de Enniscrone.

En conclusión, Enniscrone guarda en sí la esencia del auténtico golf de links, comprimido en un paisaje encantador y con algunos de los hoyos más bonitos e interesantes de toda Irlanda.

Página web: www.enniscronegolf.com

Tarifas: 45-65 €.